martes, 26 de febrero de 2013

Las grandes ideas no las porta en la espalda un solo hombre, ni caminan sobre hilo de un razonamiento o de un discurso. Es necesario pioneros y lentos trabajadores de todos los días, espíritus ardientes y calmos polemistas, entusiastas y críticos, destructores y reconstructores, y que cada uno haga su parte Antonio Labriola, 1889 [1]